Declaraciones de los propios estudiantes y testigos
presenciales de los hechos, manifiestan haber visto a policías detener a los estudiantes y subirlos a las patrullas,
llevándoselos con rumbo desconocido, dicen de propia voz, que no se llevaron
más normalistas, porque ya no cabían en
las patrullas.
Las indagatorias de las autoridades y declaraciones de los
detenidos, conducen a las primeras 5 fosas, donde fueron encontrados 28
cuerpos, calcinados, todos ellos irreconocibles. Se infiere, por lo dicho por
la propia autoridad, que los detenidos
fueron interrogados, presionados para que hablaran, y dieran la ubicación del
lugar donde se encontraban los
estudiantes; los policías dijeron que los entregaron a integrantes del cartel
“Guerreros Unidos”, quienes presuntamente los ultimaron, ellos mismos los
condujeron a las fosas, donde se
encontraron los 28 cadáveres irreconocibles.
Para determinar la identidad de los 28 cuerpos encontrados en
las cinco fosas, vinieron peritos en
genética de Argentina, que colaboraron con la Procuraduría General de la
República. Padres de familia de los desaparecidos aportaron muestras de A D N.
Se esperaron varios días de incertidumbre y protestas
violentas que subieron de intensidad, hasta llegar a la quema del Palacio
Municipal de Chilpancingo.
El 14 de octubre, para sorpresa de todos, menos para
el gobernador del estado, Ángel Aguirre Rivero, El procurador Murillo Karam,
pronunciándose ante los medios de comunicación
declara que los 28 cuerpos de las fosas, no corresponden a los
estudiantes. En días pasados el gobernador de Guerrero, había dicho, que
mantenía las esperanzas de encontrar vivo a los normalistas, contaba con informes precisos de que los cuerpos encontrados tenían mucho
tiempo de enterrados. ¡No son de los estudiantes!, entonces, ¿Quiénes son?, seguramente como todos, tenían padre,
madre, hijos o esposas; no por, no ser estudiantes, deja de ser una tragedia su
desaparición y posterior muerte violenta.
Aquí nos detenemos en el hecho, de que las 5 fosas fueron
señaladas inicialmente por los propios detenidos, como el lugar, adonde se llevaron a los estudiantes
para ultimarlos; se encontraron cuerpos, que no pertenecían a los estudiantes.
Fácilmente podemos deducir, que los detenidos, intentando escapar a la tortura
física, aceptaron haber ultimado a los estudiantes y guiaron a las autoridades, a un lugar, dónde sabían
que encontrarían restos humanos; hallazgo que les dio un respiro a todos, a las autoridades y a los delincuentes. Como si los muertos
encontrados, no fuera en sí, una tragedia dolorosa.
La aterradora incógnita que se presenta en Guerrero, es el
paradero de los jóvenes, ¿dónde están?, ¿qué pasó con ellos?, grupos numerosos de voluntarios han participado en
su búsqueda sin poder encontrarlos.
Se encuentran nuevas fosas, esta vez, quienes las
localizan son campesinos que se han
sumado a la búsqueda, van a los lugares que la misma gente de la región ha
señalado como lugares de mucha actividad, recurrentemente han escuchado gritos
de dolor y auxilio. Pronto encuentran ropa ensangrentada que los guia al lugar
donde hay restos humanos; huesos, cráneos y mandíbulas de cristianos asesinados y enterrados como animales. También son restos humanos que tienen mucho tiempo; al parecer en la
región, nadie sabía nada de nada, y todos vivían en paz con sus panteones
particulares. Los campesinos dieron aviso a las autoridades del macabro hallazgo.
En un nuevo operativo, realizado el lunes 13 de octubre, las
fuerzas federales, detienen al alcalde priista de Cocula, César Peñalosa
Santana, señalado por nexos con el narcotráfico, es importante decir, que este
alcalde ya había sobrevivido a un atentado,
también son detenidos 14 de sus policías, presuntamente, participaron en
la desaparición de los normalistas.
Esta historia de terror apenas comienza, las fosas
clandestinas se encuentran por doquier; los estudiantes siguen desaparecidos,
no hay pista de su paradero, los padres de familia mueren de la desesperación,
la furia e impotencia los consume. Las autoridades, perplejas, nada sabían,
nada saben y, como en México, nunca se investiga, cuando tienen necesidad
de hacerlo, muestran torpeza y cometen errores. No basta la buena intención ni
las declaraciones de Enrique Peña Nieto para aclarar lo ocurrido y dar con el
paradero de los jóvenes perdidos, se necesita mucho más que la soberbia de
Murillo Karam y la ineptitud de la policía.
Si te interesa la primera parte del caso
Si te interesa la primera parte del caso